Hoy te escribo melancolía y quiero decirme tantas cosas, pero es difícil sincerarse con una misma, palabras que se encuentran y tantos recuerdos que reflejan lo vivido, que manifiestan las cosas que duelen, y no encuentro otra forma de decirlas que no sea con mis lágrimas. Solo somos mis lágrimas, estas palabras que reflejo hoy aquí en esta hoja y el dolor que oprime mi pecho.
Me siento y miro dentro de mi, tratando de buscar cual es la razón por la que cada lágrima brota de mis ojos pero es difícil y lo se, enfrentarse con cada recuerdo del pasado o el presente, cada pensamiento que llega por segundos, minutos, a la realidad que vives ahora mismo y la que viviste, sin embargo tienes miedo a descubrir, y cuando cada mañana te levantas y ves tu reflejo ante el espejo temes ver a la persona que se refleja ante ti, lo que nunca has querido ser, esa parte que odias y que siempre has tratado de no ver. Pero la vida siempre sigue su curso y cuando miras atrás ya no están esos recuerdos, solo quedan los momentos felices en que una sonrisa se reflejaba en aquellas fotografías del pasado, donde siempre eres feliz y es otra pregunta que me hago, si realmente en esas fotos era completamente feliz o solo era otra parte de la hipocresía con la que se vive; me monto en la maquina del tiempo de los recuerdos y ahora añoro cada uno de los que viví en el pasado y quiero regresar allí, donde en cada pedazo de cartón una sonrisa me alumbra la cara.
Me resulta difícil escribir sobre cada cosa ya vivida por que es complejo escribir sobre mi, que me vean como realmente soy, con una melancolía que habita ya en tu mirada y que es parte de tus pensamientos.
Sin embargo, a pesar de todo eso siempre tengo una palabra de consuelo para quien lo necesite, un abrazo necesario y una sonrisa colgate en mis labios, aunque en mi mirada se palpe un dejo de tristeza y la melancolía sea ya compañera de mi alma.
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